Como un libro de historia, la familia Aguilar viene dejando marca a su paso en la producción agrícola, ganadera y ahora también porcina.
En el norte cordobés, esta familia es dueña del establecimiento Las Chilcas, ubicado sobre la ruta nacional 9 norte, a pocos kilómetros de la localidad de Villa
María del Río Seco. Allí, los hermanos Santiago y Andrés Aguilar siguen apostando por la tecnología, imitando a su padre, "Don Aguilar", quien lo hizo en los años
80.
Su historia cuenta que Don Aguilar llegó a esta la zona y adquiere el establecimiento, en el que se hacía exclusivamente ganadería extensiva. En ese entonces
decide innovar implantando Gatton pannic, una pastura megatérmica, con el objetivo de suplementar la alimentación de las vacas. Para una zona semiárida,
como es el norte cordobés, esta decisión permitió que en épocas de sequía, la hacienda siga ganando peso.
Al ver los buenos resultados obtenidos, el productor se planteó un nuevo desafío y comienza la transformación que luegó llevó paulatinamente al encierre de las
vacas para ir "achicando" la superficie ganadera. Con este nuevo manejo cobra vida la superficie de cultivos que se destinó, en primera instancia, a la alfalfa y,
posteriormente, al maíz para la producción de silaje.
A diferencia de lo que la mayoría de productores hicieron en la zona, la familia Aguilar decidió no expulsar a la ganadería con el avance de la agricultura y optó
por intensificar aún más la producción.Con el paso del tiempo, los Aguilograron hace diez años el desarrollo completo de su campo, con toda la superficie del
establecimiento en producción agrícola y la ganadería totalmente encerrada, lo que les permitió triplicar el número de animales, saltando de 4.000 a 14.000
cabezas.
Sin embargo, éste es solo el comienzo de la historia. Para la década del noventa, sus hijos continuaron con las ensañanzas que les legó su padre y tomaron el
timón de Las Chilcas, persiguiendo los mismos objetivos heredados: capacitación, crecimiento, desarrollo y tecnificación.
Avanzando en esta línea, los hermanos Aguilar adquirieron como filosofía de trabajo las capacitaciones y viajes al exterior para evaluar distintas alternativas y
formas de manejo, para luego intentar incorporarlas y adaptarlas a su establecimiento. Como ejemplo de esto adoptaron al manejo de la hacienda un corral de
recepción para las cabezas recién llegadas, el cual está alejado del resto de los encierres de producción.
En este corral de recepción, los terneros pasan los primeros veinte días en el campo, lo cual permite a cada animal un trato individual, mayores cuidados
sanitarios y un mejor acostumbramiento a la dieta y al sistema de encierre. Esto último, un factor clave para esta etapa crítica del ciclo ganadero, en la cual se
produce el mayor número de mortandad de animales en los feedlots. En Las Chilcas tienen un gran registro: en este momento solo un 0,8% de los terneros
ingresados al feedlot muere.
La producción ganadera de los hermanos Aguilar tiene peculiaridades en cuanto a infraestructura y logística que la distingue de otros establecimientos de punta.
Entre ellas, diseñaron una calle de hacienda y otra de mixer, que están intercaladas, para lograr una mayor practicidad y eficiencia en la logística y el manejo de
los animales. También, todo el rodeo se pesa cada 30 días, lo que permite llevar un registro puntual en cada corral y hacer ajustes finos en el manejo, una
estrategia que permitió a este campo mejorar en sus índices productivos.
Sin embargo, actualmente el motor que hace avanzar a esta historia comenzó a funcionar en el 2013. En ese momento se preguntaron cómo hacer para
convertir todo el maíz que producen. "Los fletes son muy caros y había que pensar en otra alternativa", comenta Santiago, y así fue como surgió la idea del
proyecto de un criadero de cerdos, con el objetivo básico y simple de darle más valor agregado en origen al cereal.
"La idea es comernos todo el maíz que producimos, ya que no nos conviene exportar el grano por los costos de flete. En cuanto a la soja se la damos a Pronor
para hacer fason, que luego también se lo damos de comer a los cerdos", sostuvo Andrés. Esta granja, con su primer año cumplido y con 500 madres, se
construirá en tres fases, para llegar a las 2.000 hembras.
La primera venta de lechones fue recientemente, con un peso promedio de 120 kilos, logrados en 175 días, todo un récord para la producción porcina de punta.
Pero ni el número de madres, ni la producción de lechones logrados, ni la tecnología europea adquirida son lo más importante de este caso.
Sino que esta granja es la primera y única en Córdoba que está libre de micoplasma. "Esta es la forma en que queremos trabajar, hoy solo hay 50 granjas en el
país libres de micoplasma, y Las Chilcas tiene el orgullo de ser una de ellas" cuenta, entusiasmado, Andrés, y agrega que para mantener este status sanitario tan
alto trabajan de manera rigurosa y extremadamente detallada. Para ellos, los cuidados y normativas de los trabajos son sumamente exigentes y con protocolos
de higiene y seguridad de alto nivel. Gracias a esta calidad sanitaria, los Aguilar consiguieron, en menor tiempo de lo esperado, un muy alto nivel de
productividad porcina.?Para mantener este status sanitario es necesario realizar cada dos meses un sangrado a cada animal para corroborar su sanidad, ya que
los estándares de bioseguridad son claros y complejos?, asegura Santiago. De la mano de esta minuciosa tarea está un manejo tecnológico de punta, en el cual
la genética es una pieza clave del éxito. Las hembras son traídas desde Brasil en camiones térmicos. Luego son inseminadas de forma artificial con semen
obtenido de padrillos de Las Chilcas. Actualmente, Las Chilcas tiene seis padrillos de raza Norteamérica. ?Tenemos la raza número uno a nivel mundial?, afirman
los hermanos.
En Las Chilcas, con su trayectoria, marcan una tendencia a nivel productivo y tecnológico, y también en recursos humanos y trabajo en equipo.
LA PIEDRA BASAL DE LA GANADERIA
La agricultura es otra pata fundamental en el establecimiento Las Chilcas. A partir de ella se proporciona el alimento que luego se convertirá en carne vacuna y
porcina. Los hermanos Aguilar, propietarios de este campo, hacen una rotación con 50% soja y 50% maíz para el verano. En cambio, para el invierno siembran
trigo sobre los lotes en los que el maíz se ensiló y, si el año viene bien climáticamente, se aprovecha la oportunidad y se cosecha ese trigo para grano. De lo
contrario, si el otoño es poco llovedor, el cereal se seca al momento de encañazon con el fin de dar cobertura a los suelos para mejorar la infiltración y materia
orgánica de esos lotes sometidos a mayor presión agrícola.
Fuente: Clarín (www.clarin.com)