La producción y el consumo de carne de cerdo estuvieron presentes históricamente tanto en la región como en el país, lo que obedece en gran medida a
prácticas culturales arraigadas en los distintos pueblos que migraron a la zona, provenientes de diferentes puntos de la Argentina y del mundo. El modelo
frutihortícola ha sido parte de la fotografía clásica del circuito rural que albergó la cría de animales de granja con destino principal al autoconsumo, siendo el
cerdo y la oveja actores principales del mismo. Como actividad destacable de esta fotografía, existe en la memoria colectiva el culto a la manufactura de la
carne porcina, que se arrastra por generaciones con la elaboración familiar de jamones, chorizos, morcillas y otros derivados.
A partir del último decenio, esta realidad característica del espacio rural ha registrado un crecimiento significativo, superando la barrera del autoconsumo y
diversificando su oferta a un canal comercial cada vez más exigente. Este proceso ha sido posible en el circuito de la Confluencia, Senillosa, Plottier, Neuquén y
Centenario junto con Añelo y El Chañar, gracias al impulso dado a esta producción por parte de organismos técnicos del Estado, la posibilidad de ajustar el
modelo de producción a las pequeñas superficies de tierra y a la mejora en la rentabilidad.
Desde organismos como INTA, Centro Pyme y el área de producción de Neuquén, se estima que desde el 2013 a la fecha se ha dado un incremento anual del
30% en la producción de cerdos. El mismo se registró principalmente para lechones y capones, que son incorporados al circuito formal e informal de consumo
como los supermercados, carnicerías y ventas a particulares.
Cabe destacar que este aumento se desarrolla con una oferta heterogénea, ya que traccionan en esta realidad tanto medianos y grandes productores, así como
también pequeños agricultores familiares.
Según una estimación elaborada conjuntamente en el 2015 por los organismos que gestionan la Muestra Porcina de la Confluencia en Senillosa, (INTA, Cpyme
Adeneu, Ministerio de Desarrollo Territorial de Neuquén y el municipio de Senillosa), que incluye el circuito de la Confluencia sumando a El Chañar y Añelo, se
distingue un incremento de medianos y pequeños productores de porcinos, con una estimación de más de 600 familias que poseen de 5 a 30 madres y más de
30 que cuentan con unas 30 a 300 madres.
Desde los organismos técnicos mencionados junto con los municipios, principalmente el de Senillosa, se ha planteado la necesidad de acompañar este
crecimiento de la producción no sólo atendiendo temas inherentes al manejo y productividad a nivel predial, sino también generando acciones que den
sustentabilidad ambiental, económica y social al proceso.
Todo emprendimiento productivo requiere, para su consolidación y permanencia, de aportes no sólo financieros y materiales, sino también de conocimientos
técnicos y de manejo de tecnología aplicada al mismo. Si bien parte de este requerimiento encuentra una rápida respuesta desde los organismos técnicos
mencionados, la intervención de los mismos se complejiza a medida que se deben atender otros eslabones de la cadena, que quedan fuera del manejo de los
productores, en especial de los pequeños. Esto obedece a que se trata de un tipo de producción con demanda y consumo preferentemente en fresco y que posee
como factor de riesgo sanitario la portación de triquinosis y brucelosis. Se hace fundamental entonces contar con infraestructura destinada a la faena, con
inocuidad y canales de comercialización formales, entre otros parámetros a considerar en el proceso productivo.
Es a partir de esta realidad que en el área Confluencia, Añelo y El Chañar se ha elaborado una estrategia de intervención conjunta que incluye municipios,
productores y sus organizaciones y organismos técnicos, como actores de la misma. El objetivo principal atiende a la búsqueda permanente de respuestas no
sólo en la coyuntura sino desde una visión estratégica de esta producción, a fin de hacerla sustentable y sostenible en el tiempo. Las acciones desarrolladas
incluyen la conformación de grupos de productores, a través de los programas de Cambio Rural; la promoción de inseminación artificial y mejora genética desde
el primer y único centro de inseminación de la Patagonia radicado en Senillosa, la conformación de botiquines sanitarios, la realización de las Jornadas de
Actualización en Producción y Sanidad Porcina y la reedición de la Muestra de Producción Porcina en la misma ciudad. Este evento concentra espacios destinados
a infraestructura de cría y manejo de hacienda, capacitación, asistencia en gestión de programas y proyectos y exposición de genética porcina.
La intervención de las instituciones se hace desde la visión de impulsar la seguridad y la soberanía alimentarias. Estos conceptos implican el fortalecimiento de
esquemas productivos que aporten garantía de inocuidad para el consumo, permitiendo a la población que produce y consume contar con los alimentos básicos
con la calidad, la accesibilidad, el origen y el tiempo requerido.
Fuente: Río Negro (www.rionegro.com.ar)