Del asado al cerdo: un silencioso cambio en los hábitos de consumo

La carne de cerdo, históricamente relegada frente a la tradicional carne vacuna en la dieta argentina, ha comenzado a consolidarse como una opción cada vez más presente en los hogares del país. El encarecimiento de los cortes vacunos, los cambios en los hábitos alimentarios y una fuerte evolución del sector porcino han impulsado un fenómeno de crecimiento sostenido que ya lleva más de una década.

Según datos de la Cámara Argentina de la Industria de Chacinados y Carne de Cerdo (Caicha), el consumo per cápita de carne porcina alcanzó un récord histórico de 17 kilogramos por habitante en 2024, cifra que duplica los valores registrados en 2012, cuando promediaba apenas 8,6 kg. Este notable aumento refleja no solo una tendencia económica, sino también una transformación estructural en el modo en que se produce y consume este tipo de carne en el país.

Uno de los principales factores que ha contribuido a este fenómeno es el aumento sostenido del precio de la carne vacuna, que solo entre enero y abril de 2025 acumuló un alza cercana al 25 %, frente a un 12,5 % registrado en los cortes porcinos. Esta diferencia de precios ha convertido al cerdo en un sustituto inmediato y más accesible para muchas familias argentinas.

Pero no solo la economía explica este viraje en las preferencias alimentarias. La carne porcina es hoy percibida como una alternativa saludable, nutritiva y de alta calidad. ?Tiene una composición magra muy buena. La composición de la grasa y de los ácidos grasos que contiene la carne porcina son ricos en omega-3 y aceites que favorecen o generan protección al sistema cardiovascular. Es una carne muy sabrosa y todos los cortes tienen muy buen rendimiento?, explicó Facundo Romero, gerente de Marketing Estratégico de la División Porcinos de Biogénesis Bagó, la agencia EFE.

Romero destacó también que ?la carne porcina es la más consumida del mundo, y en Argentina tiene un gran potencial. El sector está altamente profesionalizado y viene creciendo de manera firme desde hace más de una década?.

Ese crecimiento se refleja también en la producción total, que alcanzó en 2024 un volumen de 785.000 toneladas, representando el 12,5 % de toda la producción de carnes del país. Además, en el primer bimestre de 2025, la producción de carne porcina aumentó un 3,7 % en comparación con el mismo período del año anterior, marcando un nuevo récord.

La transformación del sector va más allá de las cifras. En términos de tecnología y profesionalización, la producción porcina argentina ha evolucionado de forma significativa. Así lo demuestra la presentación de GestaVet, una nueva línea de soluciones reproductivas para el sector, lanzada este mes por Biogénesis Bagó durante la Exposición Rural de Buenos Aires. Este portafolio, ya disponible en mercados de Asia, Europa y América Latina, busca incrementar la eficiencia reproductiva de los productores argentinos, reduciendo los días no productivos y mejorando los índices de fertilidad.

?En bienestar animal, es un sector que está altamente profesionalizado. Como cría intensiva, demanda mucho trabajo, una gran inversión en instalaciones y mano de obra especializada?, subrayó Romero. Según sus palabras, el país ha dado un salto cualitativo en lo que respecta al manejo en instalaciones, la sanidad y la reproducción porcina, elementos claves para sostener un crecimiento sustentable.

El perfil saludable de la carne de cerdo también ha tenido un rol fundamental en su consolidación. A diferencia de la carne vacuna, no contiene grasa intramuscular, lo que permite retirarla fácilmente y convierte a muchos de sus cortes en opciones magras en más del 60 %, según la Cámara de Productores Porcinos de Córdoba. Además, la grasa que sí conserva tiene un perfil lipídico beneficioso, lo que la convierte en una alternativa atractiva para quienes buscan cuidar su salud sin resignar sabor.

En definitiva, la carne de cerdo se ha ganado un lugar protagónico en la mesa de los argentinos. Y lo ha hecho gracias a una convergencia de factores económicos, nutricionales y productivos que prometen mantener la tendencia alcista en los próximos años. Si el consumo sigue su curso actual y el sector continúa apostando a la innovación y profesionalización, el cerdo podría pasar de ser una alternativa secundaria a convertirse en una de las principales fuentes de proteína animal en la dieta nacional.