A la entrada de la ciudad de Charata en la provincia de Chaco, impresionan los palacetes estilo neo clásico italiano o francés, con mansardas de
piedra pizarra, réplicas exactas de las mansiones de principio del siglo XX y construidas en los últimos diez años por encargo a un arquitecto
porteño, los grandes productores sojeros pueden permitirse esos lujos con las ganancias logradas en el agro negocio. A catorce kilómetros de
distancia, yendo por la ruta provincial 12, aun sin asfaltar, la realidad es muy distinta, a pesar de los 14 kilómetros de distancia. Ahí nos
encontramos con la colonia de productores Pampa Roldán, donde no existe el lujo pero si la dignidad.
Frente a la escuela que lleva el nombre del colono José Schneider, donante del terreno donde se construyeron las aulas y a la cual hoy concurre
alguno de los bisnietos, se extiende un sembradío de girasol. Contra el horizonte se recorta la silueta testimonial de los islotes de monte nativo
desmontado, tapados cada tanto por una nube de polvo levantada por el tránsito de camiones fumigadores. A este ámbito del Chaco profundo
cercano a Santiago del Estero, fuimos convocados por Cecilia Muller, una productora de porcinos, nieta de José Schneider y presidenta de la
Asociación de Productores de Pampa Roldán, a quien conocimos cuando asistió al 1° Encuentro de Ferias Francas y Mercados Solidarios del NEA.
Desde esa experiencia comenzó a involucrarse más con las premisas de la Agricultura Familiar, al asistir a los talleres sobre la ley de semillas y
otros, vinculados a las políticas hacía el sector.
A la escuela concurren 81 alumnos, hijos de las 38 familias diseminadas en un radio de 30 kilómetros. Cecilia se siente orgullosa, de las
edificaciones de ladrillos y con fuerza para ir por lo que falta. No es para menos, a partir de una iniciativa surgida en la asociación, decidieron
construir las aulas de la Escuela Secundaria N° 192, Comunidad Pampa Roldán. Departamento Chacabuco. Para la construcción de los tres salones
del colegio recibieron la ayuda financiera del Ministerio de Educación a través del Centro de Actividades Juveniles. Raúl Bois es el coordinador de
este programa en el territorio y nos dice: "El año que viene vamos a inaugurar el tercer grado"."Sabés que pasaba -cuenta Cecilia- una vez que
los chicos terminaban la escuela, se iban a la ciudad para ir al secundario y después no volvían más al campo, ahora es diferente". Y vaya si lo es,
la cantidad de alumnos matriculados da cuenta de ello. Mónica Ruíz Díaz, una porteña de Pompeya, que decidió abandonar la vida en la ciudad,
para vivir en un campo heredado de su abuelo, es productora familiar dedicada a la cría de cabritos y uno de los puntales de la asociación, no
puede ocultar su emoción al pasarnos el mate en la rueda formada y decirnos: "Si el colegio se hubiera hecho antes, mis hijos no se hubieran ido".
La construcción colectiva involucró a toda la comunidad, incluidos los alumnos, organizados en el Centro de Estudiantes, presidido por una
muchachita siempre alegre, Zulma Veloso, muy molesta por el polvo levantado por los camiones y que piensa en la necesidad de asfaltar la ruta
porque como ella dice: "Salimos limpios de nuestras casas y llegamos sucios a la escuela". Implicarse en ayudar a los albañiles a poner ladrillo
sobre ladrillo, les creó un compromiso reflejado en una obra de teatro. Con Marta Nolting, profesora de Historia, escribieron el guión y teatralizaron
el esfuerzo de todos y la importancia del mismo, en una obra a la cual sin muchas discusiones titularon La Pared. Una pared que al saltarla, se
encontrará no solo educación, sino también el aprendizaje de saber juntarse y otras solidaridades.
Al costado de un horno de barro de buenas proporciones, fabricado por los alumnos, José Javier Garcia -sin tilde nos aclara- nos enseña los
secretos del uso del mismo y los trucos para saber si la temperatura es la adecuada para la cocción del pan cotidiano o algún lechón o cabrito, en
las celebraciones importantes. Como director de la escuela tiene sus preocupaciones en cuanto lo que se debería cambiar para seguir avanzando:
"Creo que hay que cambiar la currícula, no puede ser que tengamos el mismo programa de estudio que tienen en la ciudad de Buenos Aires, tiene
que estar adaptado a los territorios, ahora estamos interesados en acceder a talleres que tengan que ver con las actividades propias de la
agricultura, como el manejo de maquinaria agrícola".
Sentados bajo la sombra de los algarrobos, en mesa redonda después de comer carne y chorizos sabrosos, Luís Bravo, productor porcino y
vicepresidente de la asociación, coincide con las demandas de Garcia en cuanto a los planes docentes y piensa también en el agregado de valor
que se le debería dar a la producción de carnes. Porque todo estaba muy rico, pero, se compró en Charata siendo ellos los que producen. Y en
esto Cecilia Muller también es clara al decirnos: "Nos gustaría, ahora que tenemos personería jurídica, poder acceder a más cosas, poder fabricar
nosotros y tener un lugar en la feria, porque sino agregamos valor a lo que tenemos no podemos estar en ningún lado".
La necesidad de avanzar para afianzar los logros gestionados no decae, Susana Guinter, que se define como gringa chaqueña, plantea la
importancia del acceso al agua para la escuela y tener un puesto en la feria, como lo más urgente a solucionar de los proyectos individuales y
colectivos. Ella, una fabricante de quesos, ya no tendría que vender puerta a puerta y además podría acceder a otros beneficios que de por sí ya
le corresponden, como el MSA(Monotributo Social Agropecuario). "No sabía que puedo tener obra social ?nos aclara- y también jubilarme, yo pensé
que perdía la pensión de mi marido". Al explicársele los pasos a seguir para acceder al MSA, se muestra entusiasmada al saber que no perderá
otros beneficios.
Después de un partido de vóley disputado entre equipos formados por alumnos y algún miembro de la delegación de la Secretaría de Agricultura
Familiar, cuando el sol comienza a caer sobre la espesura del horizonte, comenzamos a despedirnos. Entre los últimos mates brindados y los
abrazos de despedida, nos llevamos también algunas enseñanzas aprendidas de la manera sencilla con que los paisanos transmiten sus saberes
y sus ganas. Lo construido hay que sostenerlo y trabajar para ir por lo que falta, se hace una necesidad, para acortar la distancia entre los
palacetes esparcidos por Charata y la dignidad de lo hecho entre todos. Una escuela secundaria para evitar un "ni ni" fumando paco en la villa de
una ciudad y una sociedad de productores familiares para consolidar la integración, el Agregado de Valor y la Soberanía Alimentaria.
Fuente: Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación (www.minagri.gob.ar)
