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18/12/2014 - Sin categoria

Los frutos del trabajo en conjunto

Olavarría (Buenos Aires) - Dos alumnos de la Escuela Agraria Nº 1 desarrollaron una iniciativa empresaria que incluye producción de aves, cerdos, manufactura de la producción y un sistema asociativo de compra, venta y elaboración de insumos.

Con el apoyo del cuerpo docente y en el marco de un sistema de práctica implementado desde hace dos años, dos alumnos de la Escuela Agraria
Nº 1 desarrollaron una iniciativa empresaria que incluye producción de aves, cerdos, manufactura de la producción y un sistema asociativo de
compra, venta y elaboración de insumos. Obtuvieron un premio a nivel nacional.

Hubo que hacer espacio para la nota en medio de los festejos de fin de curso, ya que ayer mismo Abel Pintos y Tomás Rincón terminaron de cursar
el séptimo año en la Escuela Agraria Nº 1, y las razones para festejar eran varias. Entre ellas, haber recibido un premio de parte del Ministerio de
Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación por su proyecto conjunto de granja integrada, que combina producción de cerdos, aves, productos
manufacturados, y un esquema cooperativo de compra de insumos, elaboración de alimento balanceado y venta de la producción.

El trabajo fue desarrollado por estos dos jóvenes de 19 y 20 años, respectivamente, con el apoyo de los docentes Angélica Sisti, Aldo Disalvo y
Liliana Moya, y de la directora suplente de la escuela Eugenia Berrueta, quienes apuntalaron los esfuerzos de Abel y Tomás desde el principio,
impulsándolos a experimentar una buena transición entre el proceso de ser alumno de escuela secundaria, y empresario por cuenta propia, y
acompañándolos técnica y humanamente durante el proceso.

"Empezamos en marzo, con la idea de armar un proyecto de granja integrada. Abel eligió el de producción de porcinos, porque su familia ya viene
trabajando en el campo en ese tema, y yo elegí la producción aviar. A lo largo del año lo fuimos armando, y después nos presentamos en el
concurso Educagro y ganamos un subsidio para seguir adelante", afirma Tomás Rincón.

"El proyecto es parte de la materia de prácticas profesionalizantes que tiene la escuela en séptimo año, y lo desarrollamos desde cero, con ayudas
familiares en cuanto a las inversiones necesarias, y con el apoyo de los profesores y de la escuela, que nos prestó las instalaciones para algunas
cosas, como por ejemplo, el criadero de pollos", agrega Abel.

Transición

Según explica Eugenia Berrueta, directora suplente de la Escuela Agraria, el séptimo año de la cursada tiene por objetivo facilitar la transición
entre la experiencia normal de un alumno de escuela secundaria, por más que se trate de una orientación específica, y lo que se van a encontrar
fuera una vez que salgan al mercado laboral o emprendedor.

Según Berrueta, "la idea es evitar el cambio brusco, y por eso está planteado así desde la dirección de educación agraria, y se busca que el
séptimo año sea la transición. Por eso este espacio de prácticas profesionalizantes permite que los chicos elijan si quieren desarrollar un
emprendimiento, trabajar o estudiar en la facultad, mediante la experiencia que obtienen en este último año".

El docente Aldo Disalvo considera que este último año representa una oportunidad de crecimiento personal para los alumnos que desde la escuela
tratan de acompañar. "La cuestión cambia, se les empieza a estimular un rol más activo que durante los seis años anteriores, para que puedan
tomar ellos mismos las riendas de sus propias situaciones, apoyándolos tanto desde adentro de la institución en cuanto a lo que pueda
aportárseles, como todo lo que viene desde afuera, como contactos, recomendaciones, empresas".

"Intentamos generar en ellos la conciencia de que, a partir de ahora, se tienen que hacer cargo de su propia situación, acompañándolos siempre
como puntales a la hora de asesorarlos en cada una de las decisiones que ellos toman", sostiene.

Valor agregado

Desde la materia específica de "Prácticas Profesionalizantes", la docente Liliana Moya hace énfasis en que los alumnos adquieran una dimensión
realista del entorno en que van a desempeñarse a la hora de egresar, a través de pasantías y prácticas en empresas del sector, así como en
ámbitos más técnicos como la Universidad del Centro.

"Es necesario que conozcan todos los aspectos de ser un emprendedor, que puedan hacer un estudio de mercado, a qué tipo de cliente le voy a
vender, cómo tengo que publicitar, cómo es mi producto. También se les da formación en manejo de gestión y cálculo de costos, todo lo cual les
permite ver si es o no rentable", explica.

"Lo importante de esto es dar un valor agregado a las producciones, en el caso de Tomás hacer escabeches, en el de Abel, los chacinados.
Tratamos de inculcar en los chicos que, en cada emprendimiento, siempre piensen en ir más allá de producir la materia prima, de agregar algo más
buscando la diferenciación, y tener bien en claro cuál es esta nota diferencial", concluye.

Angélica Sisti, docente de manejo y gestión, remarca además el estímulo que se da a los alumnos en lo que hace a la debida conciencia de la
escala de su emprendimiento, y de identificar el lugar que se le quiere dar. "Es importante que lo comprendan como una entrada adicional de
dinero, y si alguno de ellos el año que viene tiene intención de irse a estudiar o bien tomar otro trabajo, que una forma de autofinanciamiento o
ingreso extra pueda ser su emprendimiento. Entonces, se los impulsa a que lo hagan bien desde el principio", sostiene.

Trabajo asociativo

Parte del estímulo implícito que Tomás y Abel reciben de sus docentes es el trabajo coordinado y en conjunto, por lo cual su proyecto de granja
integrada tiene un enfoque fuertemente asociativo: salvo las cuestiones específicas de producción porcina y aviar, con sus características
particulares y entornos obviamente diferentes, todo lo demás se lleva a cabo con impronta cooperativa.

"Todo lo que es compra de insumos y la elaboración del alimento balanceado, así como la venta de la producción, se realiza en conjunto. Buscamos
integrar la producción y ofrecerla juntos. También trabajamos juntos en la factura de chacinados y los escabeches", indica Abel, dando cuenta de
que más allá de las diferencias puntuales, eligen colaborar en todo cuanto pueden para obtener mejores resultados.

La docente Angélica Sisti apunta que "nuestra intención es que ellos, más allá de lo que hagan en el futuro y de que elijan dedicarse a otra cosa,
recuerden que siempre van a poder aplicar lo que aprendieron en la escuela agraria. Siempre lo hablamos con ellos, y les decimos que pueden
tener un trabajo o una profesión, y además llevar adelante estos proyectos como una alternativa extra".

En este sentido, Tomás expresa que ambos tienen proyectos de vida diferentes para el año que viene, ya que él tiene intenciones de estudiar en
otra ciudad mientras que a Abel probablemente siga trabajando en Olavarría y estudie algo a distancia. "Pero la idea a futuro es invertir el dinero
del subsidio para que el emprendimiento crezca, mejorar las instalaciones. Tenemos proyecciones de costos y rentabilidad hechas de antemano y
estimaciones de lo que insume en cuanto a tiempos, la idea es seguir con esto", finaliza. La foto grupal, cortesía de Claudia Salto, mamá de
Tomás.

Fuente: El Popular (www.elpopular.com.ar)

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